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Los medios hegemónicos y los cambiemitas festejan el número de muertos y ahora fingen dolor, sin reconocer cuánto contribuyeron a que esto suceda.
Editoriales - #NuestraMirada15/07/2021 Gustavo Rosa
Esto es lo que querían y lo lograron. Lo que necesitaban para la campaña electoral fue reflejado en las tapas con fondo negro de Clarín y La Nación de hoy: 100250 muertos por Covid. El establishment baila una melodía lúgubre mientras la comparsa de la oposición política sigue su ritmo y los trolls festejan en las redes como si fuera un gol de la Selección. Ahora se lamentan pero de mentirita; fingen dolor pero no les sale. Gran parte de ese número es un triunfo de Ellos y, como siempre, convierten la muerte en ganancias, porque a eso apostaron. Los archivos revelan cuánto han bregado desde que se desató la pandemia para alcanzar ese número. Y que nadie dude: para Ellos es un número y jamás entenderán que son vidas que se han perdido, en gran parte, gracias a Ellos.

Argentina ocupa el puesto 12 en cantidad de muertes por millón de habitantes, de acuerdo al sitio Our World in Data, a pesar de estar entre los veinte países que más habitantes ha vacunado. Hasta ahora, más de 26 millones de dosis administradas, algo que desmiente los latiguillos que muchos torpes aún pregonan. Ni se robaron ni faltan: se reciben y se inoculan. Además, y gracias al espejo adelantado de Europa, nuestro país priorizó la Salud Pública antes que la Economía y reforzó la atención sanitaria que en algunos momentos estuvo a punto de colapsar, pero no llegó a saturarse. El personal de hospitales y sanatorios puso cuerpo y alma para luchar contra el virus desconocido y poderoso con el único objetivo de salvar vidas. Entonces, ¿cómo llegamos a semejante cifra?
Sin dudas, podemos responder si analizamos la actitud de los que hoy agitan el número desde casi el comienzo de la pandemia. Durante las primeras semanas, tanto los periodistas de los medios hegemónicos como los opositores, acompañaron la cuarentena dispuesta por el Gobierno Nacional. Después, como sabemos, no. Para mediados de abril, los pseudo periodistas de los medios dominantes empezaron a recitar la cantinela de “la cuarentena más larga del mundo”, “la depresión del encierro”, “hay que alentar la inmunidad del rebaño”, “queremos clases presenciales”, “los jóvenes extrañan a sus amigos” y miles de patrañas más. Hasta llegaron a convocar marchas anticuarentena con quema de barbijos incluida para clamar por la libertad de enfermarse. Creativos para la maldad, inventaron el término ‘infectadura’ con el que lograron cierto efecto en el público cautivo. Muchos de estos peleles justificaron ante las cámaras las fiestas clandestinas y las juntadas multitudinarias en espacios cerrados. Algunos exponentes cambiemitas compartían fotos en reuniones pobladas de rebeldes sin barbijo. El periódico británico The Guardian lo contó en una nota en mayo pasado: "a pesar de las cifras espantosas, pocos argentinos parecen ser conscientes de la gravedad de la pandemia: muchas personas están ignorando las restricciones, asistiendo a fiestas clandestinas o negándose a usar una mascarilla”. Algunas líneas después, agrega: "estamos siendo testigos del fracaso de una sociedad necia y obstinada, una sociedad deshumanizante, en la que nuestros propios intereses son habitualmente privilegiados por encima de los de nuestros vecinos".

No conformes con esto, arremetieron contra las vacunas: son veneno, no sirven, portan el gen comunista, provienen de países no democráticos, imantan el organismo. Después se abrazaron a un insignificante escándalo –que no fue considerado delito por la Justicia- e inventaron el Vacunatorio VIP y de ahí salió el mito de se robaron todas las vacunas, que aún hoy siguen pregonando. Y no hay que olvidar la obscena y vergonzosa campaña que hicieron a favor de la vacuna de Pfizer, con noticias falsas incluidas. The Guardian es lapidario: “la coalición de oposición política de centroderecha de Argentina Juntos por el Cambio ha luchado con uñas y dientes contra las restricciones que la administración peronista progresista del presidente Alberto Fernández ha tratado de imponer, alegando que las medidas de salud son una restricción de las libertades personales”.
Lo que han hecho los medios hegemónicos argentinos no tiene nada que ver con la Libertad de Expresión: han generado un daño enorme en una parte de la sociedad, desorientando su entendimiento, alimentando sus prejuicios y nutriendo la desconfianza. Y los políticos de la oposición berreta aprendieron el guion para poder estar ante cámaras y micrófonos y así obtener protagonismo ante el público cautivo. Ahora esgrimen el número que supieron conseguir con estas oscuras tretas, mientras nosotros brindamos nuestras condolencias a los familiares de los que ya no están.


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