
La Historia a veces regala causalidades que nos obligan a reescribir el sentido de los calendarios. Hebe de Bonafini nos dejó un 20 de noviembre, precisamente el Día de la Soberanía Nacional.
La peor acción de un gobierno democrático es colaborar con un golpe de Estado. Y Macri lo hizo. Si zafa de esto, la Justicia no existe.
Editoriales - #NuestraMirada13/07/2021 Gustavo Rosa
Aunque cambien las figuritas, la intención de EEUU es la misma: ordenar el mundo a su favor. Cuando todavía estamos descubriendo la oscura trama del envío de armas a Bolivia para apoyar el golpe de Estado, los episodios desestabilizadores se suceden en aquellos países con gobiernos que no son del agrado del Imperio. El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse sugiere la mano del Tío Sam, aunque hayan detenido al médico Emmanuel Sanon como autor intelectual. Las protestas en Cuba por cortes de energía también parecen tener su origen en los planes de Washington. El ataque de paramilitares y narcos colombianos en los alrededores de Caracas están en sintonía con la carta de Joe Biden al falso presidente Juan Guaidó. La demonización del gobierno sandinista en Nicaragua se entiende cuando, en pleno clima electoral, la tendencia es favorable al oficialismo. Entonces, ¿cómo no pensar que el golpe en Bolivia no fue orquestado desde ese oscuro Norte con la complicidad de Luis Almagro, Secretario General de la OEA y de los presidentes de Brasil, Ecuador y, lamentablemente, de Argentina?

El ex presidente Macri y muchos de sus funcionarios están tan embarrados que salpican a los cambiemitas y periodistas que se escudan en las explicaciones falaces que vomitan por estos días. Y ojo que el silencio también es complicidad. Esto es grave en serio, no sólo por las ilegalidades internas, sino también por las externas. El Infame Ingeniero y sus secuaces ignoraron los procedimientos establecidos en la Constitución y, además, rompieron todos los pactos con organismos internacionales. No es una trapisonda del Gran Equipo, sino la peor atrocidad cometida por un gobierno en nuestra historia democrática. Aportar armas para apoyar un golpe de Estado es imperdonable. Y las pruebas brotan por todos lados.
Mientras el líder del PRO se esconde bajo las faldas de la FIFA en Suiza, la gaucha Bullrich escribe las falacias acostumbradas y, como siempre, termina responsabilizando al actual gobierno por la peor tropelía cometida durante el final del suyo. Hasta acusa a Alberto Fernández de "comprometer el honor de la Nación pidiendo disculpas injustificadamente". Más cinismo, imposible. El presidente Fernández aseguró "que se haya colaborado para reprimir una protesta contra un golpe me parece de una gravedad enorme" e instruyó a sus funcionarios para que inicien una denuncia penal contra Macri y sus secuaces por contrabando agravado –como no podía ser de otra manera-, malversación de caudales públicos, abuso de autoridad y los delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación. También el ex camarista Eduardo Freiler inició otra denuncia en la Justicia Federal porque los elementos de prueba contra Macri y sus exfuncionarios "hasta ahora son contundentes y con el correr del tiempo seguramente se van a dar otras pruebas".

Y para muestra del lado en que se acurrucó el macrismo en esos tiempos siempre basta un botón: dos semanas después del envío de armas a Bolivia, el embajador Normando Álvarez García agasajó a los golpistas en la sede diplomática argentina. Todo esto –tanto el arsenal como las fiestitas- “las pagamos entre todos con nuestros impuestos”, como tanto les gusta decir a estos mamarrachos. Pero el daño no es sólo económico. Los delitos de Lesa Humanidad y la traición a los principios de la Patria Grande no se miden en pesos y por ello van a tener que pagar por el resto de sus despreciables vidas.

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