Alberto Presti, un militar al frente de Defensa

La designación que rompe la tradición democrática y reabre la herida de la dictadura.

Nacionales25/11/2025La Mecha EncendidaLa Mecha Encendida

El gobierno de Javier Milei ha tomado una decisión histórica y sumamente controvertida al designar al general Alberto Presti como nuevo Ministro de Defensa de la Nación. Este nombramiento marca un punto de inflexión inédito en la política argentina post-dictadura, ya que, por primera vez desde la recuperación de la democracia en 1983, la cartera de Defensa será conducida por un militar. La decisión rompe con una tradición de liderazgo civilista establecida durante décadas con el propósito de garantizar la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder constitucional y consolidar la institucionalidad democrática, evitando cualquier atisbo de quiebre.

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El general Presti, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de jefe del Ejército tras ser ascendido por la misma administración, asume la conducción del Ministerio en un contexto donde el gobierno busca redefinir el rol de las fuerzas y baraja la posibilidad de involucrarlas más activamente en tareas de seguridad interior, lo cual ya genera un fuerte debate legal y social. Sin embargo, la controversia principal no reside únicamente en la quiebra del paradigma civilista, sino en la pesada carga histórica que arrastra el apellido del nuevo ministro. Alberto Presti es hijo de Roque Carlos Presti, un ex coronel que formó parte activa y documentada del aparato represivo durante la última dictadura cívico-militar que asoló Argentina entre 1976 y 1983.

El coronel Roque Carlos Presti estuvo formalmente acusado de haber cometido graves delitos de lesa humanidad en el marco del terrorismo de Estado. Las imputaciones en su contra, que eran gestionadas en distintas causas judiciales, detallaban su presunta participación en crímenes atroces, incluyendo secuestros, desapariciones forzadas y torturas que afectaron directamente a un mínimo de cuarenta y cuatro víctimas, según consta en registros de la Justicia Federal. Pese a la gravedad de los cargos y las pruebas recabadas en los juicios por la verdad y la justicia, Roque Carlos Presti falleció en la impunidad, eludiendo la condena por los crímenes imprescriptibles que se le atribuían por su rol durante el período genocida.

Este vínculo directo y explícito con la historia más oscura y dolorosa del país ha encendido las alarmas en el ámbito de los derechos humanos y en la oposición política. La principal preocupación reside en el mensaje que el nombramiento de Alberto Presti envía a la sociedad argentina respecto del compromiso del actual gobierno con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, que han sido un pilar fundamental de la democracia argentina durante las últimas cuatro décadas. Para los organismos de derechos humanos, la llegada de un hijo de un represor acusado a un puesto de tamaña relevancia institucional, sumado al perfil castrense de Presti, representa un peligroso retroceso en el consenso democrático alcanzado en torno a la condena de la dictadura y la defensa irrestricta de los derechos humanos. La designación se inscribe en un contexto político donde la retórica oficial ha puesto en cuestión ciertos pilares de la narrativa histórica, y por ello, el nombramiento trasciende la mera gestión ministerial para convertirse en una declaración política de alto voltaje simbólico que obliga a la sociedad a reabrir la discusión sobre el pasado reciente y el futuro rol de las instituciones militares en la Argentina democrática.

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