
Detrás de la reforma laboral se esconde un sofisticado proceso de manipulación cognitiva y un mandato permanente del capital transnacional, diseñado para desandar las conquistas de 1945 y devolvernos a un pasado de servidumbre.
La demonización de Cristina Fernández no es solo un ataque político: es una estrategia para ocultar lo que ella encarnó y lo que muchos todavía recordamos como un tiempo de dignidad. No se trata de ella. Se trata de nosotros. Y de lo que estamos dispuestos a defender.
Editoriales - #NuestraMirada14/06/2025
Martín OrellanoDefinir lo que está pasando en la Argentina de hoy a partir de la figura de Cristina Fernández de Kirchner es, además de un error conceptual, una torpeza histórica. Y como todo error de lectura política, puede tener consecuencias graves: distorsiona el diagnóstico y entorpece la acción.
Comprender el carácter siempre provisional de los acontecimientos políticos —esa materia movediza, impura, que nunca se agota del todo en los discursos— obliga a mirar más allá del nombre, ese que la prensa militante insiste en poner en el centro del problema.
Porque si bien todo es política, mantra aprendido con los hechos, la política no es ajedrez.
Nunca se sabe cuál es la próxima jugada.
Las piezas cambian, el tablero se rompe, las reglas también.

No es Cristina el problema estructural de este país. Si tuviéramos que definir históricamente el malestar argentino, ese que atraviesa clases, gobiernos, generaciones, deberíamos hablar de la deuda. De la dependencia y los condicionamientos.
Y en ese mapa de largo plazo, hay una excepción nítida, incómoda: el período 2003–2015.
En esos años, la Argentina dejó de endeudarse. Se discutieron condiciones, se levantó la frente, se intentó algo distinto. Esa experiencia hoy no es modelo, pero sí memoria. Y la memoria incomoda porque ese sueño que nos vinieron a proponer todavía está vigente.
No es Cristina el problema del Poder Judicial. Es cierto que durante su gobierno se intentó democratizar esa estructura fósil que heredamos de la Constitución de 1853. Pero el desprestigio del Poder Judicial argentino no lo inventó el kirchnerismo: se lo ganó a pulso. El lawfare, la selectividad, la lógica corporativa, la inmunidad para unos (siempre el mismo lado) y la persecución para otros (siempre el mismo lado); la ejecutaron jueces y fiscales sin que nadie se los impusiera. Con entusiasmo y con método. Y eso de que nadie se los impuso entra en discusión cuando un operador político los apura chistando los dedos mandándolos a trabajar.

No es Cristina la que sube a un balcón a burlarse del hambre del pueblo. No fue ella la que bailó en la Rosada mientras una parte del país se incendiaba. No fue ella la que entregó el Estado a un show de algoritmos, camisas celestes y frases vacías. No fue ella la que multiplicó por diez el precio de la comida en seis meses.
Hay quienes la odian desde hace años. Pero no lo logran hacer desde el triunfo. La odian porque no fue derrotada. Y ese odio, sin catarsis, se vuelve amargura. Una amargura que los va a consumir. Bonadío sabía de lo que estamos hablando.
Cristina, a diferencia de esos que se atrincheran en Twitter mientras ajustan jubilaciones, mira desde un balcón lleno de historia.
Un nuevo balcón peronista.
Y abajo, en la calle, sigue cantando la gente mojada, con frío y con hambre. Pero con una memoria viva. Esa que recuerda que hubo un tiempo en que se vivía mejor. Un tiempo donde alguien los miraba como pueblo y no como sobrantes.
No es Cristina, es lo que representa. Es que fue mujer y mandó. Que habló sin pedir permiso, que no sonrió para caer bien. Que discutió en el Congreso, en la ONU y en la cocina de las "amas de casa" que nunca hubieran podido jubilarse. Que no se rindió ni siquiera cuando el poder económico, judicial y mediático se unió para borrarla del mapa.
La que puso una cara delante de una pistola que gatillo dos veces.
No es Cristina, es el odio a la mujer que conduce. A la que no pide perdón por existir ni por ser fuerte. Es la misoginia disfrazada de crítica política. Es la violencia simbólica de señalarla como culpable de todo, aunque ya no esté en el gobierno. Es la necesidad de que una mujer no pueda quedar en la historia como protagonista.
Pero la historia no se borra.
Y ahora, no es Cristina la que tiene que dar la próxima respuesta.
Somos nosotros.
Como dijo el Indio: "Este asunto está ahora y para siempre en tus manos."
No es Cristina quien tiene que volver. Ya no alcanza con esperar un retorno prometido. No se trata de su regreso, sino de nuestra memoria. No de su palabra, sino de nuestra organización. No de su figura, sino de lo que supimos construir como pueblo cuando hubo un proyecto de país y no de mercado.
Porque el problema nunca fue ella. Y la salida, ya no depende de ella.
El problema y la solución esconden el mismo protagonista.
Somos nosotros.

Detrás de la reforma laboral se esconde un sofisticado proceso de manipulación cognitiva y un mandato permanente del capital transnacional, diseñado para desandar las conquistas de 1945 y devolvernos a un pasado de servidumbre.

No alcanza con tener razón en lo económico, si se pierde la batalla por el sentido. Un recorrido por la semana, desde Palestina hasta Plaza de Mayo, para entender por qué la disputa central es simbólica y comunicacional.

Los Deportes entre otras cosas fueron organizados para soltar nuestras emociones según los marcos de racionalidad y rutinas impuestas por los sistemas sociales de las revoluciones burguesas. El futbol permite gritar, soltar la alegría sin freno o la tristeza del mismo modo, nos permite a los hombres llorar sin miedo y con orgullo, pero ese camino finalmente llega a que sea cultura, y sea nuestra herramienta de distinción

En un país, inserto en un mundo donde la tendencia es cada vez más la deshumanización y la lógica del mercado parece ser el único dogma, se vuelve muy difícil arrancar por un lado a esta suerte de catarsis que termina siendo está editorial.

La Historia a veces regala causalidades que nos obligan a reescribir el sentido de los calendarios. Hebe de Bonafini nos dejó un 20 de noviembre, precisamente el Día de la Soberanía Nacional.

En Cuba, cuando una tormenta tropical comienza a transformarse en huracán, se pone en marcha todo un operativo de prevención, se va informando día a día como avanza el mismo, en que zonas impactará, cuáles van a ser las afectaciones en cada lugar del territorio.

Una iniciativa para destruir los derechos de trabajadoras y trabajadores

El descrédito político tiene una larga historia donde la palabra "traidor" es difícil de esquivar en muchos casos cuando se cambian las identidades

La exministra de Gobierno, María Nela Prada, confirmó la aprehensión del exmandatario boliviano, Luis Arce, en La Paz. La detención se produce pocas semanas después de concluir su mandato y en medio de una ola de investigaciones anunciadas por el nuevo gobierno contra la gestión del Movimiento Al Socialismo (MAS).

Detrás de la reforma laboral se esconde un sofisticado proceso de manipulación cognitiva y un mandato permanente del capital transnacional, diseñado para desandar las conquistas de 1945 y devolvernos a un pasado de servidumbre.

El hogar dejó de funcionar y genera preocupación en el sistema de protección de la niñez. Los extrabajadores exigen el cumplimiento del convenio firmado ante la Secretaría de Trabajo

La Justicia Federal declaró la invalidez del decreto del Poder Ejecutivo que suspendía la aplicación de la norma hasta que el Congreso determinara de dónde saldrían los fondos.

La líder opositora venezolana generó un fuerte impacto tras su intervención en el foro internacional, donde solicitó acciones externas más contundentes y denunció la presencia de células de Hezbollah y Hamás en territorio nacional, desatando críticas por su alineación con los intereses de Washington y el uso de narrativas de seguridad global.