Mali, Burkina Faso y Níger fundan el Banco Confederal para la Inversión y el Desarrollo

Los Estados miembros de la Alianza del Sahel (AES), Mali, Burkina Faso y Níger, han dado un paso crucial en su proyecto de integración soberanista

Internacionales23/08/2025La Mecha EncendidaLa Mecha Encendida

 con el anuncio formal de la creación del Banco Confederal para la Inversión y el Desarrollo (BCID). Esta institución financiera nace con el objetivo central de reducir la dependencia de las economías de los tres países del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Unión Europea (UE), organismos a los que sus líderes han tildado de colonialistas.

La decisión, ratificada en una cumbre de los jefes de Estado de la AES, el coronel Assimi Goïta, el capitán Ibrahim Traoré y el general Abdourahamane Tiani, representa la materialización de su discurso panafricano y antiimperialista.

El BCID se concibe como la herramienta propia para financiar su desarrollo de forma autónoma, lejos de las condicionalidades que imponen las instituciones financieras tradicionales. Según el comunicado oficial, el banco será el instrumento para "financiar proyectos estratégicos, impulsar la industrialización y favorecer el comercio intrarregional".

Las funciones del BCID incluirán la financiación de infraestructuras críticas como carreteras, energía y telecomunicaciones dentro del espacio común.

También priorizará el apoyo a la soberanía alimentaria mediante créditos para modernizar la agricultura, el impulso al sector productivo local y la facilitación del comercio usando monedas nacionales para evitar el dólar y el euro. El proyecto busca movilizar capital interno y atraer socios estratégicos alternativos.

Analistas reconocen el potente simbolismo de la medida pero advierten sobre los significativos desafíos que implica operar un banco de desarrollo, como la necesidad de un capital inicial sustancial y de expertise técnico especializado.

Su viabilidad financiera podría depender de la capacidad de la AES para atraer inversión de otros actores globales dispuestos a desafiar el orden occidental.

La comunidad internacional observa con cautela este movimiento, que consolida la ruptura de las tres naciones con la arquitectura financiera liderada por Occidente y prueba su determinación de construir un camino económico soberano.

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