Domingo Sangriento de Irlanda

La historia de la masacre llevada adelante por el Ejército Británico sobre una manifestación pacífica en 1972. Un hito de la lucha por las independencias del mundo frente al colonialismo.

Historia según #NuestraMirada28/09/2021 Bonzo Diez
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Irlanda es mucho más que la fiesta de San Patricio, es una tierra que ha sufrido por su libertad a lo largo de centurias, invadida y dominada culturalmente por los ingleses, fue su población la que nunca abandonó su ideal de libertad ya que no querían ser ingleses, querían seguir siendo irlandeses y por distintos medios intentaron obtener su libertad.

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La mayoría de su población es católica, religión tradicional desde los tiempos, precisamente, de San Patricio. Había una minoría dominante y pro británica era anglicana. Se intentó presentar el deseo de liberación irlandés como una guerra religiosa. En verdad no era así. Con notables similitudes y lógicas diferencias, en la explosiva historia de la independencia y autonomía irlandesa hay dos episodios que han recibido el mismo nombre: Domingo Sangriento. El primero, en 1920, en Dublin; en segundo, en 1972, en Derry, Irlanda del Norte.

A partir de 1970 las manifestaciones reclamando la libertad irlandesa tras 700 años de dominación, pero nunca de sometimiento, eran multitudinarias. En 1972, el 30 de septiembre fue recordado como Domingo Sangriento. Después de las misas se sucedieron grandes manifestaciones  en Derry (Irlanda del Norte) a favor de los derechos de las mujeres y en contra del encarcelamiento sin juicio previo a los sospechosos de pertenecer al IRA, una resolución aprobada en agosto de 1971 por el gobierno de Irlanda del Norte, esa minoría dominante, por el que se encontraban detenidas centenares de personas. El ejército británico a mansalva tirotea al pueblo desarmado resultando 14 muertos y casi un centenar de heridos.

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Como una consecuencia de la indignación popular, el IRA (Ejército Republicano Irlandés) incrementó notoriamente la cantidad de reclutamientos en la organización, aunque ya estaba finalizando su etapa de enfrentamiento armado contra los británicos, una actividad que venían sosteniendo desde principios del S.XX.  La embajada británica en Dublín fue incendiada en los días siguientes y en la comunidad internacional se creyó que la escalada de violencia llegaría a desatar una guerra entre los dos países.

Al final ni siquiera se rompieron las relaciones diplomáticas. Una muestra más de la diferencia entre la minoría anglicana que detentaba el poder y era pro británica, y los católicos que eran mayoría pero no ejercían el gobierno.

El Reino Unido, a través del primer ministro británico, Edward Heath encaró una investigación a raíz de la reacción mundial pretendiendo dar un barniz de Justicia a la masacre. El resultado fue una exoneración de la actuación de los soldados involucrados alegando que actuaron en defensa propia, aunque en la investigación se comprobó que ninguna de las víctimas tenían armas y fueron asesinados por la espalda.

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Recién en 1998, 26 años después, el Primer Ministro Tony Blair encargó una nueva investigación que fue difundida por su sucesor David Cameron. Este informe ha tomado en cuenta las declaraciones de cientos de testigos y se ha convertido en la indagación más prolongada y costosa de la historia británica. Ahí se reconoció el accionar militar sobre una manifestación desarmada sin ninguna justificación. El Primer Ministro dijo:
"Algunos miembros de las Fuerzas Armadas actuaron mal. El Gobierno es el responsable último de las Fuerzas Armadas. Y por eso, en nombre del Gobierno -y desde luego en nombre del país- estoy profundamente consternado [...] ninguna de las víctimas planteaba una amenaza de causar la muerte o heridas graves o estaba haciendo algo que desde ningún punto de vista justificara que se disparara contra ellos".

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Lamentablemente, al igual que en tantas otras oportunidades, las responsabilidades políticas del crimen nunca se alcanzaron y sólo se tuvieron en cuenta a los soldados que jalaron los gatillos. 

La masacre que se convirtió en motivo de escarnio público en el mundo entero y en uno de los episodios más oscuros en los 30 años de conflicto entre católicos independentistas y protestantes leales al Reino Unido. El conflicto dejó como saldo más de 3.600 muertos en Irlanda del Norte y concluyó con el acuerdo de paz del Viernes Santo de 1998.

En Julio de este año volvió a ser noticia esta masacre por la pretensión del Poder Judicial Británico de retirar los cargos contra dos exsoldados acusados de tres asesinatos. La decisión fue tomada por la fiscalía norilandesa y se basa en una revisión de las pruebas después de que un tribunal de Belfast absolviera en mayo a otros dos veteranos por el asesinato de un miembro del IRA en 1972.

 "Reconozco que estas decisiones refuerzan el dolor de las familias de las víctimas que han buscado incansablemente justicia durante casi 50 años y han sufrido muchos reveses", afirmó el fiscal Stephen Herron.

En mayo, el Gobierno británico anunció un proyecto de ley que promueve una amnistía a los militares que actuaron en Irlanda del Norte durante el conflicto.

La independencia, los abusos, las masacres, el colonialismo y la impunidad están lejos de convertirse en sólo una cuestión histórica.

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