Mientras el gobierno celebra la reducción del ritmo inflacionario, el costo de los servicios básicos y el transporte se ha disparado con incrementos históricos que superan por creces la inflación acumulada, ejerciendo una presión insostenible sobre los presupuestos familiares.
Economía05/12/2025
La Mecha EncendidaDesde el inicio de la actual gestión de gobierno, la narrativa oficial se ha centrado en destacar la desaceleración de la inflación como un éxito de la política de ajuste. Los indicadores mensuales, si bien siguen siendo altos, muestran una tendencia a la baja respecto al pico inicial. Sin embargo, para la inmensa mayoría de los argentinos, la realidad macroeconómica se contrapone violentamente con la microeconomía del hogar, un fenómeno que se ha denominado el "efecto tijera" sobre el bolsillo. Los datos acumulados del último período reflejan que los costos de vida esenciales han sufrido un incremento extraordinario, muy por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) general.
El rubro de los servicios públicos se ha convertido en el principal motor de esta disparidad, impulsado por una política agresiva de reducción de subsidios que busca acercar los precios que paga el usuario a los costos reales de producción y distribución. La consecuencia directa es una escalada de precios inédita. Los registros acumulados desde diciembre marcan que el servicio de Gas ha sido el más impactado, con un aumento que ha rozado el 913 por ciento. Le sigue de cerca el Transporte público, vital para la movilidad diaria, que experimentó un incremento de aproximadamente el 852 por ciento en el mismo período.
Aunque con menor intensidad que el gas y el transporte, otros servicios clave también se dispararon. Las tarifas de Agua registran un alza de alrededor del 376 por ciento, mientras que el costo de la Electricidad o Luz se elevó cerca del 228 por ciento. Al consolidar todos estos aumentos, informes de observatorios económicos señalan que la canasta de servicios públicos y transporte ha crecido en un promedio superior al 500 por ciento en el último año, superando con amplitud a la inflación general acumulada en el mismo lapso, que se ubicó en un valor significativamente menor.
Esta brecha histórica es la evidencia más clara de cómo la política económica está impactando de forma desigual en las familias. Mientras que los rubros que reflejan el tipo de cambio se han estabilizado tras la devaluación inicial, el peso de las tarifas, un gasto fijo e ineludible, ha tomado la posta como el principal factor de licuación del poder adquisitivo. Los sectores de ingresos medios y bajos son los más afectados por esta transferencia directa de costos, encontrándose en una situación de fuerte tensión para afrontar las facturas sin comprometer otros gastos esenciales. El debate sobre la desaceleración inflacionaria pierde peso ante la evidencia de que los elementos básicos para la vida cotidiana se han encarecido a tasas astronómicas, obligando a los hogares a reconfigurar completamente su presupuesto.
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